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Mar Carrión

Regresa a mi 


Sara sintió un frío glacial cuando Andrés estampó su firma en los papeles del divorcio. No fue una acción inmediata, antes la miró con una profunda consternación. Sara sostuvo su mirada atribulada y las emociones la zarandearon.
Andrés deslizó los papeles por encima de la mesa y se los hizo llegar. Era su turno. El abogado estaba pendiente de ella y, con gesto automático, Sara cogió el bolígrafo. Contempló su firma y el recuadro todavía en blanco sobre el que ella tenía que estampar la suya. Apoyó la punta del bolígrafo en el papel pero su mano quedó inerte, como si estuviera desvinculada del resto de su cuerpo. Sara sintió nauseas y una vaga sensación de mareo.