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Magela Gracia (Su hermano)

1. Aunque sea mi hermano 


Para aquellas que una vez, sólo una, desearon a un primo una tarde de verano al volver al pueblo en vacaciones, al hermano de una amiga al llegar a la pubertad y verlo jugar al futbol, o al profesor que les daba matemáticas en el instituto, y por el que suspiraban todas las alumnas.
La culpa era de mis amigas. ¿Cómo si no iba a estar pasando por ésto? Ellas habían sido las que me lo habían puesto delante, las que me hicieron mirarlo con otros ojos, las que me hicieron desearlo en silencio.
La culpa tenía que ser de ellas… ¿Cómo podía ser de otra manera? ¿Acaso yo habría empezado a espiarlo si no llega a ser porque me hicieron verlo como lo veían ellas? Con lascivia…
Odiaría por siempre a mis amigas, y los putos viernes. Los viernes siempre me traían a Víctor a casa, sin prisas, con sus amigos y sus bromas, con sus palabras obscenas y sus confesiones de alcoba.
Los viernes siempre llegaban tras desear a Víctor durante toda la semana, mientras me llevaba en coche a la universidad y me acompañaba en silencio en la cena, con algún sándwich hecho a la carrera. Y tras ver a mis amigas babear por él cada vez que se les ponía delante.
Los viernes eran malos… porque me daba tiempo de dar rienda suelta a mis fantasías. Y en ellas siempre estaba él.
Víctor…
Aunque fuera su hermano

2. Aunque siga siendo su hermano 


Antes me desagradaban los viernes; ahora cualquier día era malo.
Desde que Víctor ya no vivía con nosotros, conmigo, los lunes se parecían a los sábados. La única diferencia en mi vida era que tenía muy presente el sabor de los labios de aquel hombre y que por su cobardía no había vuelto a probarlos.
El miedo a que nuestros padres se enteraran de lo nuestro lo había llevado a pedirle a su mejor amigo que me sedujera…
¿Qué podía pasar si llegaban a conocer lo que había pasado mientras ellos trabajaban?
Por eso, cuando por fin Víctor no pudo controlarse y me acorraló en el baño, entre sus besos se le escaparon estas palabras:
– Tus padres van a matarme…
Y a mí, que en ese momento sólo me importaba el rumbo que habían tomado sus manos, le respondí:
– Para eso tienen que enterarse…
Porque, a pesar de todo, aún seguía siendo su hermano…

3. Aunque se crea mi hermano 


Tuve ganas de contestarle que no, que sabía perfectamente que como bajara un poco la guardia sacaría sus dotes de seducción a relucir y haría que cayera en sus brazos. Tuve ganas de reírme de forma escandalosa e irónica, dándole a entender que aunque Víctor lo considerara su mejor amigo no era el tipo de hombre en el que una mujer podía confiar.
Tuve ganas de besarlo… y olvidarme de todo. Iba a ser muy complicado mantener sus manos alejadas de mí cuando las mías tenían tantas ganas de recorrer su cuerpo.

Historias complementarias
1a. Desearas lo prohibido


¡Vive la intensa historia erótica de Víctor y Bea!
La culpa era de mis amigas. ¿Cómo si no iba a estar pasando por ésto?
Ellas habían sido las que me lo habían puesto delante, las que me hicieron mirarlo con otros ojos, las que me hicieron desearlo en silencio. La culpa tenía que ser de ellas… ¿Cómo podía ser de otra manera? ¿Acaso yo habría empezado a espiarlo si no llega a ser porque me hicieron verlo como lo veían ellas? Con lascivia… Odiaría por siempre a mis amigas, y los putos viernes.
Los viernes siempre me traían a Víctor a casa, sin prisas, con sus amigos y sus bromas, con sus palabras obscenas y sus confesiones de alcoba. Los viernes siempre llegaban tras desear a Víctor durante toda la semana, mientras me llevaba en coche a la universidad y me acompañaba en silencio durante la cena, con algún sándwich hecho a la carrera. Y tras ver a mis amigas babear por él cada vez que se les ponía delante.
Los viernes eran malos… porque me daban tiempo a dar rienda suelta a mis fantasías. Y en ellas siempre estaba él. Víctor… Aunque fuera su hermano…

2a. Lucharas por lo prohibido


Incluye el libro ¡Qué no es mi hermano!.
Vale.
Había conseguido que Víctor llegara a plantarse delante de mis padres.
Había logrado que me cogiera de la mano, que los mirara a los ojos y que fuera a enfrentarlos por fin. Después de tanto tiempo iba a suceder. Iba a decirles la verdad. Que se acostaba conmigo.
¿Pero era eso lo que quería?
¿Necesitaba que se enteraran de todo, que perdieran la confianza que habían depositado en nosotros, que sufrieran porque a mí se me había metido Víctor por los ojos… y en la entrepierna?
¿Qué podía pasar si ellos no lo aceptaban?
¿No era mejor seguir como hasta ahora, esquivar el qué dirán y los reproches?
¿Quería de verdad que Víctor les dijera a mis padres que ya no era virgen? ¿Quería que supieran que había dejado de ser su pequeña y él ese hijo que nunca tuvieron? ¿Aquella confesión no iba a arruinarlo todo?
¿Aquella confesión iba a separarlo de mí?
¿Y con quién sales, Bea?
Sale conmigo.