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Patrice Michelle (Pasión)

1. El sabor de la pasión


Rana Sterling por fin ha conocido al hombre de sus sueños… aquél que sabe cómo lograr que se derrita entre sus brazos. Pero hay un pequeño problema, y es que ese espécimen alto, peligroso y demasiado bueno para ser verdad… ¡es un auténtico vampiro con colmillos!
Lucian Trevane tiene una tarea que cumplir. Ha sido elegido para ocupar el puesto de Vité, líder de todos los vampiros, en tres días. Aunque no está por labor de aceptar el cargo si no es con su compañera a su lado. Ahora, después de buscar durante setenta años a la reencarnación de su prometida, por fin la ha descubierto en Rana… pero ésta se niega a transformarse.

2. El sabor de la venganza


La venganza es un plato que se sirve frío. Nadie lo sabe mejor que Jacqueline (Jax) Markson. Desde que tiene uso de razón, su padre ha hablado de venganza… venganza contra todos los vampiros. Cuando su esposa murió tras dar a luz a Jax, John Markson maldijo al vampiro que mordió a su mujer embarazada, y debido a esa pérdida dedicó toda su vida a librar al mundo de los vampiros. Cuando el padre cazavampiros de Jax es asesinado brutalmente, ella retoma las riendas donde él lo dejó. Su primer objetivo: eliminar al vampiro que asesinó a su padre.
Ian El Ejecutor Mordoor tiene un trabajo que hacer. Antes de asumir el liderazgo del clan Ruean, jura cazar a Drace, el malvado vampiro que asesinó brutalmente a un cazavampiros humano llamado John Markson. Lo que Ian no espera encontrar durante su búsqueda es a su compañera, una humana cazadora de vampiros llamada Jax… una mujer que prefiere matarle antes que besarle.

3. El sabor del control


Duncan Mordoor ha vivido toda su vida bajo un control absoluto. No es un vampiro normal, puede caminar bajo la luz del sol y puede leer la mente de cualquiera que se tope en su camino. Por esta razón los humanos le aburren y los vampiros le eluden, pues no se fían de este don. Con estos antecedentes, no es de extrañar que Duncan no se sienta cómodo en ningún lugar y quiera alejarse lo más posible tanto de los humanos como de sus congéneres vampiros. Su particular código de honor está más que claro: No relacionarse con nadie, no mostrar sus emociones y, sobre todo, no perder nunca el control.
Pero lo que menos se podía imaginar era que toda su vida se iba a volver patas arriba desde el momento en que rescató del peligro a esa mujer. Todo en lo que creía y todas sus normas se hicieron trizas desde que puso sus ojos en Rose Sinclair.