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Andrea Laurence (Secretos de Eden)

1. Exigencias de pasión


Siempre hay margen de negociación...
Cuando Wade Mitchell se encontró cara a cara con Victoria Sullivan, tuvo que replantearse su táctica habitual. Quería comprar algo que ella tenía, y tenía que hacerlo rápidamente. El fuego que había entre ellos era abrasador, así que debería ser fácil.
Pero doblegar la voluntad de Tori iba a ser complicado. Ella no estaba dispuesta a ceder ante el hombre que la había despedido en el pasado. Wade, sin embargo, tenía que seguir intentándolo, porque si no lo hacía, se arriesgaba a revelar un secreto que podía acabar con toda su familia. Si las negociaciones fallaban, solo quedaría la seducción…


2. Belleza descubierta


Haría lo posible por llegar a su corazón
El director ejecutivo Brody Eden era un hombre solitario y taciturno que tenía secretos que se negaba a desvelar a nadie, hasta que conoció a su nueva asistente, Samantha Davis. Ella era la tentación personificada. 
Samantha nunca había conocido a un hombre tan reservado y atractivo como Brody. No quería enamorarse de su jefe, pero él tenía algo especial; bajo sus hoscos modales se percibía ternura y una intensa pasión a la espera de ser liberada. Y ella deseaba ser quien se metiera en su guarida… y en su cama.


3. Por un escándalo 


“Sí, tienes un hijo”.El pasado estaba a punto de alcanzar al congresista Xander Langston en más de un sentido. La campaña para la reelección estaba en su punto álgido cuando desenterraron unos restos sin identificar en su finca familiar y el escándalo quedó servido, pero al regresar a su casa él solo podía pensar en reencon trarse con Rose Pierce.Rose, su amor del instituto, se había convertido en una belleza deslumbrante y la pasión de ese primer amor, que Xander había llegado a desdeñar, se mantenía todavía. Pero Rose guardaba un secreto…


4. Once años de espera


¿Se convertiría por fin en su esposa?
Años atrás, Heath Langston se casó con Julianne Eden. Sus padres no habrían dado su aprobación, por lo que cuando el matrimonio quedó sin consumar, los dos siguieron caminos separados sin decirle a nadie lo que habían hecho.
Una desgracia familiar obligó a Heath y a Julianne a regresar a la ciudad en la que ambos nacieron, y a la misma casa. Heath estaba ya harto de vivir una mentira. Había llegado el momento de que Julianne le concediera el divorcio que ella llevaba tanto tiempo evitando... o de que cumpliera la promesa que se reflejaba en las ardientes miradas que le dedicaba.