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Sandra Brown

Caricias ardiente


Las manos masculinas, fuertes pero suaves, masajearon el cuerpo de Valery, ese cuerpo ágil y perfecto que le permitía bailar como un hada.
Valery Simpson se había encerrado en la magnífica fortaleza de su danza. Ningún hombre había podido traspasar las puertas hasta llegar a su corazón. Sin embargo, Frank Garrett estaba decidido a amarla como fuera. El contacto de su piel con la de él encendía chispas en Valery, haciéndola desear con todo su ser que el masaje se transformara en una caricia, tierna y apasionada a la vez. Pero, ¿cómo podría pagar el precio del amor?