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Kayla Perrin

La ciudad del pecado


Annelise estaba disfrutando como nunca con su nuevo amante, pero se sentía muy mal por sus dos mejores amigas y su hermana, quienes acababan de sufrir una humillante y pública ruptura con sus respectivas parejas. Decidida a levantarles el ánimo, hizo lo que cualquier buena amiga haría en su situación: regalarles un largo fin de semana en Las Vegas.
En la Ciudad del Pecado, Lishelle no pudo resistirse a los masajes eróticos y los strippers privados. Finalmente, bajó la guardia y se acostó con el hombre perfecto para una aventura... un aficionado al culturismo que sólo buscaba sexo sin preguntas ni compromisos.
Por su parte, Claudia encontró a un hombre joven y divertido, dispuesto a complacer, a aprender y, sobre todo, a permitirle tener el control. Finalmente, fue a Samera a quien pareció tocarle el primer premio. Un rico y apuesto empresario, con quien pasó la noche en su suite de lujo. Pero este amante ideal tenía un lado oscuro del que Samera no podría escapar tan fácilmente.
A su regreso a Atlanta, todas empezaron a recibir extraños mensajes y llamadas, insinuando que alguien las había estado espiando…

Kayla Perrin

Chicas con suerte


En tan solo cuatro cortos meses, la afortunada en el amor Annalise va a ser madre. Pero antes de llegar a la sala de partos, tiene un último asunto del que ocuparse: enredar a sus amigas solteras con un par de hermanos muy sexys en una escapada especial de una semana de duración.
Lishelle y Claudia estás más que dispuesta a mantener aventuras sin ataduras. Y pronto Lishelle y el guapo e insaciable Kwame viven un tórrido romance. Incluso al volver a Atlanda, el sexo sigue siendo increíble. Así que, ¿por qué le molesta tanto que su ex novio, al que dejó, vaya a casarse?
Entretanto, Claudia no se cansa del experto y ardiente Rohan. Pero ¿presentárselo a sus superficiales amigos? ¡Venga ya! Sí, es divertido, listo y leal… pero al no tener el aspecto de una estrella de cine ni la cuenta corriente de una, dista mucho de ser el hombre ideal de Claudia. Si eso la convierte en una zorra, pues vale. Tiene una imagen que mantener.
Pero cuando la tragedia golpea, pronto se hace evidente para las amigas que deben reconsiderar lo que realmente importa en la vida. Pues aunque es una suerte encontrar a un hombre duro, se necesita mucho más que eso para conservarlo.

Kayla Perrin

Tres mujeres y un destino


Tres amigas y un solo propósito: la venganza
La autoproclamada Princesa Negra de América llevaba un año preparando la que iba a ser la boda del año de Atlanta. Pero entonces su príncipe la abandonó y Claudia se sintió atónita y humillada. Había hecho cosas con aquel hombre por las que su madre la habría repudiado.
Por su parte, Annelise estaba muy frustrada. ¿Cuánto tiempo podía aguantar una mujer sin recibir un poco de atención de su marido? El hombre al que había apoyado durante sus estudios de Derecho, por el que había firmado un acuerdo prematrimonial y que en otro tiempo la había deseado a todas horas, parecía estar satisfaciendo sus deseos… con otra mujer.
Menos mal que Lishelle, la amiga soltera de Claudia y Annelise tenía lugar para acogerlas. Pero de pronto apareció el que había sido el chico de sus sueños en la universidad y Lishelle empezó a imaginar la boda perfecta. Desoyendo los consejos de sus amigas, accedió a servirle de aval en los préstamos bancarios que él había pedido para empezar un nuevo negocio. Lishelle pensaba que debía invertir en el futuro del que iba a ser su esposo, pero en cuanto tuvo el dinero, el granuja desapareció…
Las tres mujeres decidieron que ellos no iban a salirse con la suya. Querían venganza…

Kayla Perrin

Obsesión 


Sophie Gibson no podía creerse que su marido le hubiera sido infiel. Pero su perplejidad fue aún mayor cuando Andrew la animó a acostarse con otro para igualar la balanza.
Muy pronto, sin embargo, la idea de cobrarse su venganza mediante una tórrida y excitante aventura sin compromisos empezó a resultarle interesante. Quizá fuera justo lo que necesitaba antes de perdonar a Andrew. Y en Peter había encontrado al hombre adecuado para llevar a cabo sus fantasías sexuales.
Su relación con Peter se basaba exclusivamente en el sexo y la pasión del momento, y al poco tiempo decidió que ya era hora de arreglar las cosas con su marido. Pero Peter se había obsesionado con ella y no iba a renunciar tan fácilmente a verla. Primero, fueron las tarjetas, los regalos, las llamadas… y posteriormente las amenazas. Estaba empeñado en que fuera suya a toda costa, aunque para ello tuviera que cobrarse su propia venganza.