Jana Westwood (Wharton y McEntrie)

1. Mi deseada condena

Él la llamó su condena. Ella escribirá su nombre en cada nota de su alma.
Heather McEntrie sabe lo que dicen de mujeres como ella.
Que son un problema.
Que son una vergüenza.
Que acabarán solas, rodeadas de partituras polvorientas y sueños rotos.
Que hablen. Que juzguen.
Heather tiene cosas más importantes que hacer que escuchar a mediocres: como conquistar Londres a golpe de talento y mala leche.
Todo iba razonablemente bien... hasta que Robert Wilmot, el escritor insufrible con el que lleva media vida peleando, se cruzó en su camino. Otra vez.
Y esta vez no bastará un puñetazo para sacarlo de su vida. Ni mil.
En un campo de batalla donde las palabras son espadas y los silencios, trincheras, Heather y Robert van a descubrir que el amor no es un refugio.
Es un asedio.
Y ninguno de los dos piensa rendirse primero.
Heather McEntrie
Una tormenta disfrazada de mujer. Cabeza alta, puños cerrados y un corazón que solo late por lo que cree justo. Más peligrosa para su época que cualquier revolución.
Robert Wilmot
Un hombre que escribe verdades que nadie quiere leer. Con cicatrices que no enseña y un alma lo bastante testaruda como para enamorarse del único desastre capaz de romperle... y salvarle.

2. Un espíritu rebelde


Ella aprendió a no llorar. Él supo desde el primer día que acabaría sangrando por ella.
Daniel McEntrie no buscaba complicaciones.
Ni dramas, ni secretos oscuros, ni miradas que le deshicieran el alma.
Solo quería vivir en paz, entrenar a caballos y, a poder ser, no acabar envuelto en una tragedia romántica.
Pero, claro, no contaba con Katie, esa mendiga con mirada hambrienta y muy pocas ganas de responder a sus preguntas.
Katie ha aprendido a sobrevivir en silencio.
A no confiar. A no ceder.
Y, desde luego, no estaba preparada para enamorarse de un escocés testarudo, con cara de buen hijo y paciencia infinita.
Pero la vida tiene sentido del humor.
Y a veces solo hace falta una piedra puntiaguda en el camino para que todo arda.
Un castillo con demasiados habitantes, una boda que no será tan sencilla y un hombre dispuesto a quemarlo todo por ella.
Porque el amor no siempre es un refugio.
A veces, es una guerra.
Daniel McEntrie
Domador de caballos. Highlander. Demasiado decente para su propio bien. Y lo bastante terco como para no ceder ante lo imposible.
Katie Kerr
No es una heroína. No quiere serlo.
Pero en algún lugar de su piel rota aún late la promesa que le hizo a su madre: cuidar de los suyos. Cueste lo que cueste.