El reino
En lo alto de una montaña, en los páramos de Noruega, hay un viejo caserón habitado por un hombre solitario. Se llama Roy, es experto en pájaros, lleva la gasolinera del pueblo y en cada casa corre un rumor sobre él. Su vida gris se reabre con la vuelta de Carl, su hermano pequeño. No se ven desde que se fue a estudiar a Estados Unidos hace quince años, tras la muerte trágica de sus padres en un accidente de coche.
El hijo pródigo trae consigo a su flamante esposa, Shannon, una enigmática arquitecta: han ideado un plan para construir un gran hotel en los antiguos terrenos familiares y podrían hacerse ricos, no solo ellos sino además los vecinos de la zona.
Sin embargo, pronto llegan también los malos presagios. Porque es difícil reinventarse en una comunidad pequeña donde todos se conocen, y a los habitantes del lugar les costará olvidar ciertos episodios del pasado. Sobre todo, al agente Olsen, hijo del antiguo alguacil, que desapareció tiempo atrás en extrañas circunstancias.
El reino es un thriller gigantesco, adictivo y complejo, que retrata como ningún libro de Nesbø las pasiones humanas, y que ha sido considerado inmediatamente por la crítica una obra maestra.
2. El rey de Os
Dos hermanos. Un pequeño imperio hotelero. Una montaña rusa.
Los hermanos Carl y Roy Opgard han triunfado, por así decirlo, en la vida. O al menos lo han hecho partiendo de las ínfimas posibilidades que les brinda un pueblo pequeño como Os. Carl dirige el ostentoso balneario, mientras que Roy sigue a cargo de la gasolinera y sueña con un parque de atracciones a lo grande, con una gigantesca montaña rusa, la mayor del mundo construida en madera.
Sin embargo, cuando el estado recupera los planes para construir una nueva autopista en la región, van a ser precisas acciones contundentes si quieren salvar sus proyectos de futuro. Por su parte, el alguacil de Os está a punto de dar con nuevas pruebas que demuestren la culpabilidad de los hermanos Opgard en varios crímenes del pasado.
Por suerte, a Carl y a Roy no les importa ensuciarse las manos para salvaguardar la prosperidad del pueblo o el apellido de su familia. No se detendrán ante nadie ni ante nada, ni siquiera para defenderse el uno del otro… sobre todo Roy, a quien le gusta usar metáforas relacionadas con su soñada montaña rusa: «Es demasiado tarde para bajarse, ya está en marcha».