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Phavy Prieto (Ordinales)

1. La novena hija del conde


Lady Emily es la novena hija del reciente fallecido Conde Ashby, arruinado por las cuantiosas dotes que ha tenido que ofrecer para casar a sus ocho hijas, queda huérfana y bajo la tutela de su cuñado. Es consciente a sus diecisiete años, que una joven sin dote no tiene posibilidad para contraer matrimonio, pero ella desconoce su increíble belleza e ingenio por los cuáles sorprende a todos. 
El duque de Sylverston queda gratamente sorprendido con la belleza que irradia la joven lady Emily. Algo en ella le despierta cierto instinto haciéndole rememorar sentimientos que él creía no volver a sentir. Aunque entre ellos no existe ninguna posibilidad, él hizo un juramento y su honor no le permite quebrantarlo. 
A pesar de sus diferencias y los dieciocho años que les separan, ambos se enfrentaran a lo inevitable. La atracción que sienten el uno hacia el otro. 

2. La octava condición


Lord David Clayton, Marqués de Normanby y heredero legítimo al ducado de Lennox es un joven libertino, maleducado y endiabladamente apuesto que solo quiere disfrutar de la vida con sus amigos rodeado de mujeres fáciles dispuestas a darle lo que él quiere por dinero. 
La honorable Catherine Wells es la única hija legítima del Vizconde de Grafton por tanto, su única acaudalada heredera, aunque su fortuna sea grandiosa, su belleza es absolutamente todo lo contrario. Además de contar con una madrastra y hermanastra que se encargan de recordárselo a cada instante. 
Pero… ¿Y si ninguno de los dos es realmente lo que aparenta ser? 
Sus destinos están irremediablemente vinculados y sus familias han acordado su matrimonio, por tanto, deberán acatar ocho condiciones si no desean verse en la más mísera ruina, aunque la octava condición sea la más difícil de cumplir para ambos. 

3. El séptimo pecado


La señorita Julia Benedict es una joven brillante llena de cualidades que no cualquier hombre sabría apreciar. Su picaresca, audacia y su intrépida personalidad son algunas de ellas, pero lo que hace que Julia sea especial sin duda alguna, es la devoción que siente por ayudar a los demás. 
Es consciente muy a su pesar, de que jamás se casará por amor; puesto que el hombre del que siempre ha estado enamorada nunca pondría sus ojos en ella, es más, no los pondría en ninguna joven respetable porque el señor Richard Hayden nunca osaría contraer matrimonio. 
El primer error de Julia fue pedirle un beso, un solo beso que atesorar en el más infinito y recóndito de sus pensamientos, pero aquella maldita petición trajo consigo consecuencias desastrosas y tras ser descubierta por su hermano junto a media sociedad londinense solo podía terminar de una forma para salvar su reputación. 
Si había algo que detestaba Richard Hayden, era el matrimonio. Preferiría morir antes que atar su vida a una misma mujer, pero si no le quedaba más remedio que hacer a la señorita Benedict su esposa, se aseguraría de que se arrepintiera de ello y de que su vida fuera un auténtico infierno.