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Pilar Lepe

Sabor a prohibido


"—¿Quién eres? —pregunté con voz trémula. El hombre no contestó, solo me empujó para que me inclinara sobre la banca.
—¿Qué quieres? —insistí—. No llevo dinero.
Él seguía sin hablar. Hizo que me pusiera de rodillas sobre la madera del asiento, y levantó mi abrigo para descubrirme. El aire frío rozó mis nalgas y me estremecí. Enseguida sentí una mano cálida tocando mi piel. Gemí involuntariamente. Con manos hábiles comenzó a acariciarme, él ya sabía que estaba en sus manos y no escaparía. Me sostuve con fuerza del respaldo del banco, ya me sentía excitada, y eso que el hombre apenas había tocado mi trasero."