1. La leyenda de Kinglassie
Sir Gavin Faulkener sintió que se le encendía la sangre al ver el cruel castigo que el rey Eduardo imponía a su prisionera, Lady Christian MacGillean, una dama escocesa que se negaba a revelar el escondite del antiguo tesoro de Kinglassie.
Lady Christian yacía moribunda en una jaula de hierro por haberse negado a revelar dónde se ocultaba el legendario tesoro de Kinglassie, enterrado por el propio Merlín. Había desafiado a los invasores ingleses incendiando su propia residencia antes que entregársela. Sin embargo, incapaz de escapar de quienes tan profundamente aborrecía, llegó a comprender que el precio de su silencio tenía que ser? la vida.
A su regreso del exilio en Francia, Sir Gavin Faulkener recibió del rey Eduardo el castillo incendiado y la orden de casarse con la prisionera moribunda a fin de arrancarle su secreto. Y cuando Sir Gavin se plantó ante Christian para rescatarla de su jaula, ella creyó que era el propio arcángel san Miguel que había venido para llevársela al cielo. Desgarrados entre el creciente amor que nace entre los dos y la lealtad que cada uno ha jurado a su respectivo rey, los enamorados se ven atrapados sin remedio en una red de intrigas y peligros en la que no se vislumbra escapatoria.
2. El don de Michaelmas
Quienes leyeron La leyenda de Kinglassie recordarán a la pequeña Michaelmas Faulkener. Han pasado los años y Michaelmas, ahora una mujer, se enfrenta a la necesidad de renunciar a su don antes de que las acusaciones de satanismo y herejía la conduzcan a la hoguera.
La joven tenía una luz dorada en el cabello, y calor y magia en las manos; pero su don, en apariencia milagroso, despertaba el temor de los supersticiosos lugareños de su tierra. Nadie conocía el secreto dolor que anidaba en el pasado de Michaelmas Faulkener. Sin embargo, para un hombre en especial, Michaelmas era la última esperanza...
Fue en un campo de batalla donde Diarmid Campbell vio por primera vez a la muchacha que curaba a los enfermos con el simple contacto, y cuando se desvaneció entre la niebla supo que nunca podría olvidarla. El poderoso señor estaba dispuesto a enfrentarse al propio rey con tal de tener a su lado la radiante belleza capaz de curar su alma herida... y abrir su corazón al amor.