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Courtney Milan (Los hermanos siniestros)

0'5. El affaire de la institutriz 


La institutriz Serena Barton había sido despedida de su puesto tres meses atrás. Como no podía encontrar otro empleo, optó por exigir compensación al hombre culpable de su despido, un duque mezquino, egoísta y canalla. Pero no era al duque al que temía, sino a su mano derecha, el hombre conocido como el Lobo de Clermont. El temible expugilista se había labrado muy mala fama solventando los asuntos sucios del duque y, aunque Serena sabía que no podría nada contra él, tenía que intentarlo, pues estaba en juego todo su futuro.
Hugo Marshall era ambicioso y despiadado, características ambas que le habían servido para subir de hijo de un minero del carbón a mano derecha de un duque. El día que su jefe le ordenó que se librara de la molesta institutriz por las buenas o por las malas, para él era solo un día más de trabajo. Desafortunadamente, no consiguió convencer a Serena por las buenas y, a medida que la fue conociendo, descubrió que no era capaz de hacerlo por las malas. Pero solo podría satisfacer sus ambiciones si ella se iba. Tenía que elegir entre la vida que buscaba y la mujer a la que había empezado a amar.

1. La guerra de la duquesa


La señorita Minerva Lane era una mujer retraída y callada que se escondía detrás de sus lentes. Después de todo, la última vez que había sido el centro de atención, había acabado muy mal. Hasta tal punto que se había cambiado el nombre para huir de su escandaloso pasado. Si pasaba desapercibida, seguramente no sería la reina de la fiesta, pero tampoco se haría enemigos. Por eso, cuando un apuesto duque llegó a la ciudad, lo último que quería era que se fijara en ella. Pero eso fue exactamente lo que ocurrió.
Porque Robert Blaisdell, el duque de Clermont, no se dejó engañar por su timidez. Cuando aquella mujer adivinó lo que se proponía, comprendió que había algo más en ella que sus anteojos y sus modales cohibidos. Y decidió adivinar todos sus secretos antes de que ella descubriera los de él. Pero al final, la señorita retraída demostró ser la horma de su zapato y algo más.

2. La ventaja de la heredera


La señorita Jane Fairfield no podía hacer nada bien. Cuando estaba en compañía, siempre decía lo que no debía… y lo decía mucho. Por muy caros que fueran sus vestidos, siempre estaban en el lado contrario del buen gusto. Ni siquiera su inmensa dote podía salvarla de ser objeto de mofa. 
Y eso era precisamente lo que ella quería. Estaba dispuesta a todo, hasta a ser humillada, con tal de seguir soltera y proteger a su hermana. 
El señor Oliver Marshall tenía que hacerlo todo bien. Era hijo bastardo de un duque, criado en circunstancias humildes, y pretendía dar voz y poder a la gente humilde. Si daba un paso en falso, nunca tendría la oportunidad de hacer nada. No le ayudaría acudir al rescate de la mujer equivocada. Y mucho menos le ayudaría enamorarse de ella. Pero la valiente y encantadora Jane tenía algo a lo que él no se podía resistir… aunque eso pudiera implicar el desastre para los dos.

3. La conspiración de la condesa 


Sebastian Malheur era un libertino de los más peligrosos, un libertino educado. Cuando no escandalizaba a las damas en el dormitorio, ultrajaba a la buena sociedad con sus teorías científicas. Era un hombre deseado, injuriado, aclamado y despreciado… y se reía de todo ello.
Violet Waterfield, la condesa viuda de Cambury, por su parte, era muy respetable y quería seguir así. Pero tenía un secreto muy deshonroso, un secreto que la vinculaba de un modo irrevocable con el canalla más famoso de Inglaterra. Las teorías científicas de Sebastian no eran suyas, eran de ella.
Por eso, cuando Sebastian amenazó con disolver su conspiración de años, ella intentó hacer lo que fuera por salvar su colaboración… aunque eso implicara abrir su vulnerable corazón al libertino que podía destruirlo para siempre.

4. El escándalo de la sufragista


La señorita Frederica Marshall, “Free”, había puesto su alma y su corazón en su periódico, famoso por apoyar sin reservas los derechos de las mujeres. Naturalmente, sus enemigos estaban empeñados en destruir su negocio y silenciarla de una vez por todas. Free se negaba a colocarse contra las cuerdas… pero necesitaba más espacio y lo necesitaba ya.
… un granuja endurecido…
La familia de Edward Clark lo había abandonado para que muriera en una comarca en guerra y él había sobrevivido del único modo que había podido, convirtiéndose en un granuja y un falsificador de primera. Cuando la misma familia que lo había dejado por muerto juró arruinar a la señorita Marshall, él le ofreció su ayuda. ¿Y qué si tenía que mentirle? Ella no era más que un peón en su venganza. 
… y un escándalo de siete años.
Pero la incontrolable señorita Marshall no tardó en conquistar a Edward. Cuando él se dio cuenta de que su cínico corazón le pertenecía a ella, era demasiado tarde. El único modo de frustrar a sus enemigos era revelar su escandaloso pasado… y cuando la mujer que amaba descubriera lo mucho que le había mentido, la perdería para siempre