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Lexi Thurman (Hombres con encanto)

1. El encanto del kilt

Hacerme pasar por mi hermana gemela durante dos meses es una locura incluso para mí. Pero ¿qué otra cosa puedo hacer?
Por una vez en mi vida, es mi hermana quien me necesita a mí y no yo a ella. Además, ¿quién no desea pasar el verano en las Tierras Altas de Escocia?
Vale, a cambio, tengo que cuidar de un niño de seis años. Nunca me han gustado los niños; ni siquiera cuando yo era una. Son cabezotas, caprichosos y molestos. Encima, también tengo que lidiar con su estricto padre. Un intransigente y malhumorado terrateniente con los ojos verdes más bonitos que he visto en mi vida y al que los pantalones de traje le hacen un trasero de infarto.
No es que me importe como le quedan los pantalones, pero ya que tengo que aguantarlo, no está de más que la vista sea agradable. Hablando de vista, ¿os habéis dado cuenta lo bien que le quedan las gafas? Es una pena que no las use todo el tiempo.
Creo que me he desviado un poco de lo que quería contar. Desgraciadamente, me pasa todo el tiempo.
Me llamo Lottie Walker y tengo que conseguir hacerme pasar por la callada, tímida y profesional de mi hermana gemela Elizabeth Walker.
Yo creo que es pan comido.

2. El encanto del cowboy 


Aceptar un trabajo como médica en un pueblo perdido en el estado de Montana es algo que jamás pensé que haría. Pero tampoco pensé que me enteraría, a través de una historia de Instagram, de que mi prometido me estaba poniendo los cuernos mientras me encontraba en un congreso de médicos en Birmingham. Y, mucho menos, que atacaría con un movimiento de Hapkido al hombre que se coló en la habitación del hotel en el que me estaba quedando. Pese a que él sigue diciendo que fui yo quien se coló en la suya.
Ese es uno de nuestros muchos desacuerdos, ya que el destino quiso que terminase en el pueblo donde él vive. Él cree que no pertenezco allí y yo creo que no es nadie para opinar.
El problema es que aparece en mis momentos más embarazosos; siempre con un comentario mordaz. Pero el problema principal es que verlo no me molesta tanto como debería. Y sí, puede que esos pantalones vaqueros ajustados que suele llevar puestos, su característica camisa de cuadros, y ese sombrero que tan bien le queda, tengan mucho que ver.
Mi nombre es Helena Ellington y estoy decidida a resistirme al encanto del cowboy.
¿Creéis que lo conseguiré?

3. El encanto del rockero


Lyra se muda a Liverpool con la esperanza de darle a su hija, Vega, la vida que merece. Sin embargo, la tranquilidad que buscaba se ve alterada por un vecino que se pasa el día jugando a videojuegos y gritando insultos que rebotan, sin piedad, por el patio de luces.
Cansada de escuchar barbaridades a través de las paredes, y aún más harta de que Vega las repita en el colegio, no le queda más remedio que ir a su casa y pedirle, con toda la cortesía que logra reunir, que cese en su repertorio de obscenidades.
Vincent necesita un descanso: unos meses de silencio, lejos del ruido de la fama, de los escenarios, y de las expectativas. Solo quiere reencontrarse consigo mismo, respirar sin prisa y vivir sin que el mundo lo mire.
Pero su anhelada tranquilidad se ve rápidamente perturbada por una vecina histérica que irrumpe en su puerta a gritos, exigiendo que deje de decir barbaridades y, básicamente, que cambie su forma de vivir.
Él se sorprende al ver que ella no lo reconoce. Y ella, a su vez, no puede evitar sentirse desconcertada cuando su hija comienza a adorar, con rapidez, a ese hombre maleducado y desagradable.
Lo que ninguno de los dos espera es la conexión que empieza a crecer entre ellos, tan natural como inevitable.
Porque, a veces, el amor llega cuando menos lo esperas, escondido entre paredes delgadas y patios de luces que permiten escucharlo todo. Porque, incluso las personas más distintas pueden descubrir que se parecen más de lo que creían.