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Dean Koontz

La semilla del demonio


La vida era muy placentera para Susan Abramson: protegida por la seguridad de su Casa-Padre Amantísimo, con todas sus necesidades físicas satisfechas, encerrada en su universo particular del que no salía nunca ni deseaba salir, nada podia turbar su tranquila, satisfactoria y reconfortable vida de reclusa voluntaria en una fortaleza cibernética infranqueable.
Pero los fantasmas rondaban este universo: los estremecedores recuerdos de su infancia, las vejaciones sufridas a manos de su abuelo, verdadero monstruo sadomasoquista, su terror al macho, sus obsesiones…
Y en este cuadro hizo su entrada el terrible elemento perturbador: Proteus, el ordenador semiinteligente que, a través de sus pseudópodos de aleaciones amorfas, penetró en la fortaleza inexpugnable para cumplir su más alto anhelo de humanización: tener un hijo con una mujer de carne y hueso…