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Lauren Asher (Multimillonarios de Dreamland)

1. La letra pequeña

Solo hay algo más fuerte que el amor... el odio.
Zahra es una veinteañera con mucha personalidad y carácter, que nunca pierde la sonrisa y con el gran sueño de diseñar montañas rusas.
Rowan, un niño rico sobre el que recae una condición para heredar su parte del imperio de su abuelo: gestionar el parque de atracciones.
Aunque a él le saque de quicio el carácter optimista y despreocupado de Zahra, no podrá evitar sentir una atracción irresistible. 
A pesar de que ella deteste a su jefe por su fría mentalidad de negocios, poco a poco irá enamorándose de la persona que hay tras la fachada. Porque, aunque se odien, ambos comparten el amor de su abuelo por el parque de atracciones en el que trabajan. Pero quizá eso no será suficiente.

2. Terminos y condiciones

Enamorarse no era parte del contrato.
Tras la muerte de su abuelo, Declan está destinado a convertirse en el nuevo director del imperio audiovisual. Hasta aquí todo estaría bien, si no fuera por la cláusula que su excéntrico abuelo puso en la herencia: tiene que formar una familia.
A Iris le pareció una buena idea ofrecerse voluntaria para este matrimonio concertado con su jefe. Al fin y al cabo, no puede ser tan difícil y ambos han puesto unas reglas claras para que su matrimonio sea un mero arreglo. Pero, ¿qué ocurre cuando fingir estar enamorados es cada vez más fácil?

3. La oferta final


A veces el primer amor solo necesita una segunda oportunidad.
Callahan es el hermano Kane al que todos critican. Para muchos, Cal es un heredero mimado, un atleta fracasado y un alcohólico funcional. Quizá por eso siente que nadie lo conoce de verdad salvo Alana, la chica a la que le rompió el corazón. Después de aquello, Cal prometió no regresar jamás a Lake Wisteria…, hasta que la herencia de su abuelo lo ha obligado a volver. 
El único requisito, y a priori sencillo, es que debe pasar un verano entero en la casa del lago de la familia antes de venderla. Sin embargo, todo se tuerce cuando descubre que Lana no solo vive en la casa, sino que también asegura ser la dueña.
Alana no debería haberse enamorado nunca de Cal. Él mismo se lo dijo justo antes de destrozar su corazón y su amistad hace casi seis veranos, tras lo que prometió marcharse para siempre. Y seguramente tampoco debería habérselo creído, porque ahora Cal ha regresado con la intención de vender la casa del lago. 
Sin embargo, hay un inconveniente: la casa también está a nombre de Alana.