Yra Reybel

La última sospecha

Sara, Sara, Sara, mí dulce y delicada Sara, como un depredador entrenado había sentido el ritmo cambiante de su cuerpo la había descubierto, él sabia que ella sabía, la garganta se le cerro haciéndola tragar en seco te ha costado mucho descubrirlo.
Sara se soltó de él rápidamente como pudo y empezó a subir de nuevo por las escaleras, lo miraba como si nunca lo hubiera visto antes y así era, el hombre que tenia enfrente, no era aquel del que se había enamorado, cualquier indicio sobre aquello hubiese resultado infructífero y completamente incompatible con su crueldad, la expresión de su rostro había cambiado mostrándole a su verdadero yo.