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Vi Keeland

 EGOmaniac


La noche que conocí a Drew Jagger, él acababa de irrumpir en mi nueva oficina del Park Avenue.
Marqué el 911 antes de proceder a atacarlo con mis nuevas y elegantes habilidades de Krav Maga.
Rápidamente me restringió, luego se rio, encontrando divertido mi intento de asalto.
Por supuesto, mi intruso debía ser arrogante.
Sólo que, resultó, que no era en absoluto un intruso.
Drew era el dueño de mi nueva oficina. Había estado de vacaciones mientras el lujoso lugar era renovado.
Razón por la cual un estafador consiguió arrendarme un espacio en una oficina que en realidad no estaba disponible para rentar.
Me robaron diez de los grandes.
Al día siguiente, después de horas en la estación de policía, Drew se apiadó de mí y me hizo una oferta que no pude rechazar. A cambio de responder sus teléfonos mientras su secretaria no estaba, me dejaría quedarme hasta que encontrara un nuevo lugar.
Probablemente debería haber actuado agradecida y mantener la boca cerrada cuando escuché los consejos que les escupía a sus clientes. Pero no pude evitar darle mi opinión.
Nunca esperé que mi cuerpo reaccionara cada vez discutimos. En especial cuando eso era todo lo que parecíamos poder hacer.
Los dos éramos completos opuestos. Drew era un amargado, molesto, hermoso como el infierno, destructor de relaciones. Y mi trabajo era ayudar a las personas a salvar sus matrimonios.
La única cosa que teníamos en común era el espacio que estábamos compartiendo.
Y la atracción que estaba haciéndose más difícil de negar cada día.